Cuando finalicé El viatge de Daniel Herrera, el director de la revista me aconsejó que no firmase con seudónimo. Me dijo que firmase con mi nombre y que pusiese una pequeña fotografía del tamaño del DNI. para la nueva etapa. De hecho en el aniversario de la citada revista en el Orfeó Canongí, no me dieron como premio un pin, me dieron una placa con mi nombre. Con mi narración había subido de colaborador a redactor. Antes de la ceremonia me dijeron que me sentase en la hilera de los redactores. Ahora tenía un puesto seguro y empecé con relatos de espadas, damas hermosas, guerreros, castillos, brujos buenos y malos... Inventé una nueva época de Roma en el futuro. Digamos que nuestras civilizaciones se van extinguiendo, la configuración de la geografía actual va cambiando por terremotos y nace otra vez Roma. En este caso la Tarraco romana, que se independiza de Roma y tiene su propio emperador Alejandro de la dinastía Kosse, hijo de Claudius. Desparece nuestro mundo para volver a una époc