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En aquella época me publicaron en La crida de Cambrils, el relato largo por entregas Tóxika (con k). Se trataba de una dama bella, joven y muerta misteriosamente que despuñes de unos experiementos con venenos y electricidad vuelve a la vida. La muchacha había sido envenedada antes por su marido, quien arrepentido se ahorca después. Regresa a la vida e inicia una nueva vida. En realidad el argumento es más complicado. Aquí lo resumo. Si mantiene relaciones íntimas con cualquier hombre, su pareja muere a las pocas horas porque sus besos y el contacto físico pasan el veneno a su víctima. Desesperada, encuentra a El monje loco Rasputín que le da antídotos. Media hora antes de tener relaciones se los debe tomar para evitar más muertes entre sus amantes.

El argumento me pareció interesante. Hacía tiempo colaboraba en otra revista, Les gralles de Valls y entre esta publicación y La crida de Cambrils completé el ciclo de Madame Giselle du Leup, una rica aristócrata con orígenes similares a Tóxika. Vive en una lujosa mansión de París. Recorre diversas aventuras con su administrador. La mujer lleva el veneno dentro que la mantiene con vida y antes debe tomarse los antídotos. De esta manera entre ambas revistas salieron alrededor de 98 relatos que recopilé en la primera parte del volumen Contes del morbós i escabrós. Existe un detalle que se repite en las aventuras de la citada aristócrata. Parece un estribillo. Siempre la sitúo en los años 80 del siglo XIX hasta que desaparece en la Revolución Rusa en 1917. Su amistad con el zar Nicolás II y con Rasputín son los recientes detalles que se sabe sobre su desaparición. Se supone que los venenos la mantienen joven y hermosa siempre hasta la llegada de la revolución.

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