Algunos críticos literarios o gente fastidiosa me han dicho que mis personajes son una proyección de lo que el autor no puede hacer. Es decir, no puedo montar a caballo, no puedo estar con una doncella hermosa, no puedo matar al brujo malo, no estoy en reinos imaginarios o en la Edad Media... En resumen, no soy un hombre musculoso y un héroe. Solamente soy una hombre de 58 años, cansado de la vida, con la ilusión de ver sus obras publicadas. Estoy por mi enfermedad de los hueso de cristal en una silla de ruedas. No soy un héroe. Lo he dicho. La mayoría del público que me conoce ven esta realidad. Unos lo callan piadosamente, otros lanzan sus ataques demoledores. Posiblemente en mi subconsciente trabaje esta idea ante el papel en blanco pero mis ideas salen de mi cerebro espontáneamente.
Tampoco no soy un aventurero europeo en el desierto, ni un detective sagaz. Menos un espía. Sin embargo las ideas surgen como si me sintiera como ellos. En esos momentos soy feliz.
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